Recuerdos de ahí afuera. Soy Don Juan Sin Nadie, pero podeis llamarme Sin. Era una de esas caras que solo son bonitas si te la chupan y el caso es que todavía no me la estaba chupando. Su salón era un salón standard de un piso compartido. Recuerdo que tengo mi lengua en su tráquea así que let´s go move. En la tele, Air Force One; el presidente made in USA contra los villanos terroristas. Pienso en Clinton, en Reagan, en Nixon, me los imagino intentando hacer lo que Harrison Ford hace. Si Nixon hubiese sido Harrison Ford lo de Vietnam hubiese sido pan comido. El rabillo de mi ojo se queda fijo en la pantalla. Me encantan las pelis de acción malas. Ella se da cuenta de que no ando muy atento y me separa de un empujón.
Estoy fuera de su casa encendiendo un cigarrillo mientras pienso que ni siquiera me la ha chupado. Por un momento pensé que me iba a pegar pero tampoco. Aún es temprano y creo que ese garito de jazz no cierra hasta las seis. Giro a la izquierda y cambio de rumbo.
El sitio está medio vacío, horas bajas para el jazz. Al fondo: la chica. Pequeñita, vestido rojo corto y ajustado. Revolotea rollo abeja moviendose al ritmo del jazz. Veo aparecer a su alrededor ocho o nueve gigantes convertidos en molinos girando las aspas al viento del aleteo de la abeja reina. No estoy jodidamente borracho así que Jack on the rocks a tragos largos y un paso adelante. Al tercer trago estoy rodeado de molinos, ella de espaldas no es consciente de mi presencia. Estoy apunto de decir algo ingenioso cuando uno de sus revoloteos choca con mi brazo y tira lo que me queda de whisky sobre uno de de los molinos. El molino pone cara de perro y yo siempre he sido más de gatos. Le digo que al menos ahora alguna chica lo lamerá por no desperdiciar el Jack Daniel´s y una de sus aspas me golpea en el estómago. Tres pasos atrás y lanzo mi vaso como un auténtico baseball. Mala puntería y tres molinos más caen encima mía. Codo en la cara, patada en la espalda y levito hasta la la puerta del garito. Los últimos dos metros hasta tocar la acera grito: ¡Hijos de putaaaaa!
Que cómoda es la acera, creo que me quedaría aquí toda la noche si no fuera porque necesito urgentemente un cigarrillo. Sin despegar aún la cara de la acera rebusco, saco y enciendo un cigarrillo, tras la primera calada ya puedo empezar a incorporarme. Dios bendiga los cigarrillos, la navaja multiusos de los nervios. Pienso en tito Jack cuando se abre la puerta del garito y aparece La chica. Voy a poner mi mejor sonrisa cuando una tos inunda mi garganta y un esputo sangriento tiñe la acera mientras la chica se acera a mí. Me levanto justo cuando ella se para delante mía con un vaso de plástico en la mano. Creo que te he tirado la copa, dice ella, mientras me ofrece el vaso. Lo cojo y doy las gracias. Se me queda mirando un segundo y me dice: Eres un gilipollas ¿verdad?. Yo asiento y le pego un trago al whiscky, Jack Daniel´s, increíble. Le pregunto como se llama y ella me dice que no es de mi incumbencia. Le digo que me llaman Sin y ella me pregunta si me llaman pecado. Yo asiento como si no fuera la primera vez que alguien me dice algo así pero por mi cabeza pasa: Sin=Pecado en inglés. Mola. Me mira un momento y se acerca. Durante un segundo creo que me va a besar, otro me quedo paralizado mientras me abraza y al tercero respondo al abrazo. Se separa y vuelve a entrar al garito. Me quedo como un idiota. Continuará pero aún no sé cómo.
viernes, 21 de mayo de 2010
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