viernes, 19 de marzo de 2010

Cuando te conviertes en un hombre de la prehistoria antes de cumplir los 26. Cuando todo lo que se supone que tendría que estar ahí ya ha cambiado y esperando esa pequeña brisa a favor se te hace tarde y oscurece. Mis credenciales se las enseño al de la puerta y solo una sonrisa para su puta madre y a hostias es la única forma de acabar la partida. La última vez que acabó la visita guiada me perdí, supongo que no hay más que decir.

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