¿Cómo crees que no voy a creer en el caos? ¿Que la gente buena obtiene cosas buenas? Mis cojones, tres cuartos. Así se las gastaba el chico de 25 que aún dormía en su cuna. Era una manía que tenía, dormir en su cuna aunque, ni cabía, ni mucho menos podía dormir pero ahí se quedaba encajado horas y horas. Solo, pensando, mascando, rumiando la tensión en el ambiente raspante de una nube gris llamada existencia.
Un día alguien llamó a su puerta y habló con él y por supuesto que hizo otras cosas, pero también lo abrazó y lo arrulló. Al día siguiente se fue y él volvió a su cuna con ese dolor en las lumbares que le asaltaba cada mañana al desencajarse de ella. Llorar es de niños, pensaba con la cara de idiota que tenía encajado en una cuna con un cuarto de siglo en lo alto.
lunes, 8 de marzo de 2010
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