viernes, 13 de diciembre de 2013

Victoria y Soledad.

Ahora solo queda apreciar de nuevo los nuevos pequeños detalles. La media sonrisa que provoca una canción triste. Los días de enfado y ansiedad. Borrarlos de un plumazo con cinco vasos de vino y una nueva sonrisa que conquistar. Encontrar una nueva pizzería a domicilio que acepta tarjetas y reírme con amigos de nuestra buena mala suerte. Enumeraciones, es lo único que soy capaz de escribir. ¿Acaso no va de eso la vida? Retahílas repetidas una y otra vez, viejas letanías que vuelven a volver a mis oídos, pulmones y gaznate. Nada concreto, solo repeticiones. Esto no es lo que quería escribir pero al menos he dejado de hablar de ti y de todo lo que me has enseñado como lastre solo me he quedado tu lado oscuro convertido en grupo de culto granadino.. Ciao, nena.
Ahora mis penas son las de un poeta decadente que trabaja para el demonio por un mendrugo de pan, que arrastra los días hasta el bar a ver si suena la flauta y me acuesto con Victoria en vez de dormir con Soledad. Metáforas ¿Dónde están mis metáforas? ¿Al lado del Diazepan? ¿de tito Jack? Las he perdido, se me habrán caído de los bolsillos mientras dormía con la ropa de ayer. Algunos a estas alturas habréis dejado de leer, otros vendréis corriendo a darme el pésame o no me mirareis ni a la cara pero esto no es autocompadecerse ni autocomplacerse; puede que tenga algo de onanismo tristón pero sobretodo es práctica, entrenamiento, tesón.

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