sábado, 30 de noviembre de 2013

Cine de verano.

No sé por qué me acabo de acordar del cine de verano de mi pueblo. Tal vez sea que voy a llegar a la treintena, tal vez que he reconocido durante mi noche de melopea que por aquel entonces no tenía amigos, tal vez simplemente mi mente me estaba preguntando si ese recuerdo era necesario. Pura nostalgia hecha de jirones de sueños rotos. Qué poético, dijo el cazador. Whisky con hielo, repitió. No entendía nada. Ni mis ganas de llorar ni mis ganas de reír. Tampoco las de mentir. ¿Qué puedo hacer si ya no hay trama posible? Tal vez se me suicidaron unas neuronas de más. Tal vez lo mejor sea quitarme de en medio antes de pudrirme más. Miedo a la muerte. Eso me hace estornudar todas las noches justo cuando la pistola apunta a mi sien y mis dedos se comienzan a tensar. Tal vez debería parar. Tal vez debería desertar. Tal vez mis dudas no cuentan nada ya. Tal vez debería afirmar con más rotundidad.

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