Era todo mentira. Dijo mientras escupía
sangre por un colmillo. La verdad es que cuando te dan una paliza, lo
mejor es hacerte el muerto pero claro, con tanta sangre y bilis en la
boca es difícil mantenerla cerrada. Un cigarro, por piedad,
continuó, no sin cierta ironía. Ahora todo estaba al revés y
andaba él atado de pies y manos a una de esas sillas del Ikea que
todo el mundo tiene en sus casas. Ahora todo había cambiado y era
ella quien tenía la pistola en la mano. Apenas recordaba los
detalles de la misma escena en negativo, había pasado mucho tiempo y
se dio cuenta de que había olvidado incluso las lecciones. Solo
recordaba que la pistola en realidad era un mechero y que al final
solo era como una peli de terror, un viaje alucinante, metáfora de
algo importante, si el director era bueno. Ella le puso el cigarro en
la boca y sacó un encendedor del bolsillo. Esto lo descolocó. ¿La
pistola era de verdad o la chica quería alargar el juego? Tal vez
ella recordaba mejor la escena pasada y quería engañarlo. La
primera calada le hizo toser y ni él mismo tenía muy claro si había
sido por las dudas y miedos, por la paliza o porque la calada la
había dado sin sacarse el cigarro de la boca. Es difícil fumar con
las manos atadas, continuó cuando recuperó el aliento. Ella le
desató una mano y por fin dijo algo: Eres un gilipollas.
Contundente, claro, directo a la sien. Tanto que él no pudo más que
sonreír. Ya me dijo mi madre que no fuera un burro y si no le echo
cuenta a ella es que no tengo remedio. El odio se podía palpar
brotando de los ojos de ella. Él por su parte sonreía pero se le
notaba el ceño fruncido, se le notaba un nerviosismo en el párpado
derecho que no podía disimular. Mira niña, no sé como hemos
llegado a esta situación pero la verdad es que empieza a ser
ridículo así que dejémonos... Se da cuenta de que ella está
apretando el gatillo. Hay que ver como se dilata el tiempo. Él pensó
en el primer beso que compartieron, en aquella noche follando como
perros. En aquella artificial lluvia de agosto, en como roncaba ella
¿Quién se queda con la casa, el coche, el perro y los discos de
Dylan? ¿A quién se abrazará las noches de invierno y con quién
hablará en las que no puede dormir por el calor? Pum. La bala se
acerca y aún le da tiempo a pensar que ya no es tan cabrón mientras
su cigarro va cayendo y descapullándose contra el suelo.
domingo, 24 de noviembre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario