lunes, 26 de julio de 2010

Ruleta rusa.

La chica suplicaba de rodillas con el revolver apuntando a su entrecejo. El cabrón se encendió un cigarro sin dejar de apuntar hacia ella y tras expulsar el humo empezó:
-Sabes, en una batalla, la psicología es un 70% de la victoria... bueno, realmente no sé si es verdad pero en un uno contra uno sí que es necesaria. Tienes que asustar, amedrentar y dominar. Tienes que mentir. ¿Te he dicho lo poco que me gusta mentir? El caso es que es la única manera de ganar la partida así que no me dejan opciones y al final mi mal pulso se templa con un par de cervezas y la estrategia está clara si llego a la conclusión de que el fin justifica los medios.
La chica intentó balbucear algo pero el cabrón apretó el cañón del revolver contra su frente y ella captó el mensaje. El cabrón se sentó como se sientan los polis malos en una silla que puso frente a ella y continuó:
-Sabes, esta situación es ridícula. Ahora tengo tres opciones. Bang, salpicaduras y adiós es la primera... No sé si es acertada o no. Después puedo optar por decir que siento mi comportamiento, ser educado y retractarme, volverme a mi madriguera y adiós. Pero existe una tercera que negarás que se pueda realizar pero la verdad es que ya he aprendido lo suficiente como para saber que sucederá de esa manera. Puedo golpearte con la empuñadura y empezar a gritarte improperios del tipo: eres una zorra y demás. Al poco estarías arrastrándote a mis pies pidiéndome perdón, pidiendo más. El problema es que acabo de invalidar esta última ya que al demostrar que es una estrategia y no algo que sale de las entrañas no es atractivo, no crea ese vínculo.
El cabrón dejó de apuntar a la cabeza de la chica y se dedicó a menear la pistola con cada aspaviento como el que tiene en la mano cualquier otra cosa sin la capacidad de matar.
-Sé que cualquier tía negaría esto pero al fin y al cabo es lo que hay... y quiero que sepas que a mí es al que menos me gusta porque ya te he comentado lo que odio mentir y por lo visto hay que ser un cabrón para ponerle un poco de sal a las relaciones. Yo mismo hubiera pasado de ti si no fueras tan zorra pero el caso es que yo al menos lo reconozco, no como la mayoría de los mortales que dicen querer un aburrido y encantador alfeñique como pareja eterna, alguien que ame, que sea dulce y servicial, un calzonazos, un aburrimiento. Yo al menos soy franco, al menos no suelo mentir en lo que quiero, pero por lo visto es necesario mentir para lograr algunas cosas... Odio mentir... Bueno, ¿tú que opinas? ¿Que crees que debería hacer?
La chica dudó un segundo y cuando iba a hablar el cabrón la cortó:
-Déjalo, tú que vas a decir... Bueno, antes del final con fuegos artificiales ¿quieres un cigarrillo?
La chica asintió con miedo. El cabrón le puso un cigarro en la boca y se cogió otro para él. Después le cogió la cabeza con las manos y la besó en la frente. Apuntó con el revolver a la cara de la chica a la que le caían dos lagrimones por las mejillas y apretó el gatillo. Cuando la chica abrió los ojos una pequeña llama salía de la punta del revolver encendiendo su cigarrillo. Aspiró entre una risa histérica y llantos y el cabrón se fue encendiendo su cigarrillo con el revolver-mechero sin mirar atrás.

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