domingo, 17 de agosto de 2014

Miedo y otras pamplinas.

El miedo es una fea costumbre. Se pega a ti porque no quiere estar solo. Libertad, que bonita palabra. Todos dirían que hará chirriar los oídos del miedo pero la verdad es que las palabras pocas cosas pueden ahuyentar. Será que soy guionista y en las películas el héroe se define por una acción o como poco, una mirada. Y algunos dicen que miro demasiado y hablo poco. Sin ir más lejos, ayer, en un bar, la camarera me preguntó ¿te falta algo? No. Es que parece como si necesitaras algo. Será que miro demasiado mientras pienso palabras que no espantarán al miedo pero sí a ciertos demonios. ¿tú siempre te vas por las ramas? Será que soy muy mono... ya me centro, el caso es que cuando el miedo te susurre al oído dile que no le escuchas, cuando se acerque aún más, patada en los cojones. Echa a correr porque mientras está tirado en el suelo con sus pelotas cascadas será el único momento en que puedas respirar la libertad. Podrías pensar que este truco solo servirá una vez pero la soledad del miedo es tal que le hace olvidar el dolor de huevos, su ansia de tenerte a su lado es tal que no dudará en acercarse lo suficiente como para que esté a tiro de una patada en los cojones. Mano de santo.

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