El miedo es una fea
costumbre. Se pega a ti porque no quiere estar solo. Libertad, que
bonita palabra. Todos dirían que hará chirriar los oídos del miedo
pero la verdad es que las palabras pocas cosas pueden ahuyentar. Será
que soy guionista y en las películas el héroe se define por una
acción o como poco, una mirada. Y algunos dicen que miro demasiado y
hablo poco. Sin ir más lejos, ayer, en un bar, la camarera me
preguntó ¿te falta algo? No. Es que parece como si necesitaras
algo. Será que miro demasiado mientras pienso palabras que no
espantarán al miedo pero sí a ciertos demonios. ¿tú siempre te
vas por las ramas? Será que soy muy mono... ya me centro, el caso es
que cuando el miedo te susurre al oído dile que no le escuchas,
cuando se acerque aún más, patada en los cojones. Echa a correr
porque mientras está tirado en el suelo con sus pelotas cascadas
será el único momento en que puedas respirar la libertad. Podrías
pensar que este truco solo servirá una vez pero la soledad del miedo
es tal que le hace olvidar el dolor de huevos, su ansia de tenerte a
su lado es tal que no dudará en acercarse lo suficiente como para
que esté a tiro de una patada en los cojones. Mano de santo.
domingo, 17 de agosto de 2014
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