lunes, 11 de agosto de 2014

Reflejos.

Me miro en el espejo del baño y me digo: No tienes tanto talento para ser tan borracho. El del otro lado me dice que la culpa es mía por mirarme sobrio en el espejo. De pronto escucho algo que viene del váter, alguien que me llama. Levanto la tapa y mi reflejo en el agua me dice: tú necesitas echar un polvo. Corro a mi cuarto y me masturbo frente al ordenador. Cuando termino, sudoroso, mi silueta en la pantalla me llama perdedor. Agarro la botella y me sirvo un whisky, el fondo del vaso no dice nada pero me mira mal. Me lo bebo de un trago, cojo la libreta y con un cigarro en los labios me pongo a escupir en el papel un rato. Me echo otro whisky y sólo lo miro un segundo porque no quiero escuchar pero mientras bebo me susurra ¿estás mejor? Fijo mi vista en el cuaderno incapaz de escribir, incapaz de responder la pregunta. Cuando se acaba, voy a por el tercero. Éste no dice nada ni me mira mal pero tampoco me sienta muy bien. Al menos soy capaz de escribir tres líneas. Cuando estoy pensando en echarme el cuarto suena una canción que me encanta, una de esas que te obliga a seguir el ritmo con los pies y bombea más sangre al corazón. Miro mi reflejo distorsionado en la botella que me dice: venga, campeón. Subo el volumen, relleno el vaso y me subo a la cama a bailar y cantar a pleno pulmón hasta que acaba la canción. La siguiente no me gusta tanto así que me desplomo y me apoyo en la pared. A mi izquierda, mi sombra. Me dispongo a recibir su lección ¿Sabes que nunca podrás huir de mí? No tengo más remedio que descojonarme ante semejante obviedad, semejante estupidez. Cuando acaba la risa me arrastro hasta la mesa, me echo la última y agarro la libreta. Intento leer lo escrito pero no puedo, no sé si es bueno o malo, simplemente me da pereza. Tiro la libreta a un lado y me centro en el whisky que tengo delante, a ver que tiene que decir ¿Cuanta gente habrá follando ahora mismo? Me encojo de hombros y me lo bebo de un trago. Me tumbo en la cama y miro la hora en el móvil. El reflejo de mi córnea me pregunta si tengo sueño. No pero, aún así, apago la luz.

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