lunes, 28 de julio de 2014

Gustos sencillos.

¿La eternidad? Eres un poco pretencioso. Yo soy hombre de gustos sencillos. Me gusta una buena noche y una mejor mañana. Cuando voy a Sevilla, una tapa en el Eslava. Provocar tu sonrisa, y si se puede provocar, pues un orgasmo, o mejor dos si estoy acompañado. Me gusta la lluvia calándome de vuelta a casa o sonando al dar contra el cristal mientras miro por la ventana aunque no se vea nada. Me gusta salir a comprar el periódico una mañana de domingo invernal, bien abrigado, mientras el frío tersa mis mejillas. Me gusta que mi perro se duerma encima de mí aunque en verano nunca lo haga. Me gusta que no hayas tirado mi cepillo de dientes y me gusta que alguien le dé al “me gusta” cuando escribo, ésto debe ser pura vanidad. Me gusta teclear, ese sonido átono que puede crear cualquier tipo de poema o sinfonía. Me gusta silbar ahora que sé y me gusta escuchar. Me gusta el vino, la cerveza y el whisky, cualquier alcohol en realidad. Me gusta dormir a pierna suelta cuando se puede y disfrutar de esas noches de insomnio intentando recordar el momento en que dejé de dormir bien. Me gusta la sinceridad, dicen que duele pero más duele el silencio y la mentira. Me gusta bailar aunque lo haga fatal y por eso suelo hacerlo en privado o en confianza. Me gusta bacilar y como sé que estoy más guapo, me gusta sonreír. Me gustas tú y no lo pienso evitar. Me encanta la niebla y la forma en que tiras la cerveza. Me gusta recordar alguna cosa que había olvidado que me gustaba. Me gusta tu falda y me gusta verte pasear. Me gustó aquella noche ¿y la peor de todas también? Sí, porque estabas tú. No me gusta ser un fantasma, prefiero ser un vampiro o un hombre lobo, que suelen follar más. Me gustan las buenas canciones, las buenas películas y desayunar un par de tostadas de jamón con un café sólo (o mejor acompañado). No voy a mentir porque no me gusta. Me gusta más sentir y aunque sé que eso no sucederá me gusta imaginar que cuando a través de mi ventana escucho el ascensor eres tú que vienes a darme una sorpresa. Me gustó aquel corazón de tu sangre y por eso tardé dos días en ducharme. No me gusta reconocer ciertas cosas pero como ya he dicho, no me gusta mentir. Me gustaría saber que título le voy a poner a este texto pero ya improvisaré como aprendí de ti. Me gusta lo catártico del vómito cuando has bebido demasiado. Me gusta el momento, aunque sólo sea para verlo pasar. Si este texto te ha hecho sonreír, me gustará. Me gusta retar. Te reto ¿Alguien da más?

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