miércoles, 9 de junio de 2010

Parte II : Me podrían apalear, podrían quemarme en la hoguera, hacer de mí lo que ellos quieran, pero sólo yo sé la verdad.

Dolores en la espina dorsal. El timbre suena como si estuviera bajo el agua. Debo haber chocado contra el fondo porque todo me duele. Estoy tirado en la cama aunque la habitación da vueltas como en alta mar. Abro un ojo y siento las palpitaciones en mi pómulo hinchado. Cafeína y thc. Me incorporo como un resorte. Mala idea, dolor intenso en la zona lumbar. El timbre vuelve a sonar pero ahora está dentro de mi cabeza y duele. Me voy arrastrando hasta la puerta. Miro por la mirilla. Te odio, pensé nada más verla. Abrí y me fui con un gruñido hacia la cocina. Era Eva, vivía en mi escalera aunque yo eso no lo sabía cuando la conocí. Salimos de un bar de la zona juntos y nos pusimos a caminar, la verdad es que tenía un buen par de tetas y una de esas miradas que estimulan. Nos paramos a la vez delante del portal y ambos dijimos que si subíamos. La verdad es que eso fue gracioso. ¡¿QUÉ TE HA PASADO?! Escuché mientras enjuagaba la cafetera. Si no enjuagas la cafetera tras usarla, en un solo día le sale una especie de moho blanco muy nutritivo. Cuando logro rascar el moho le respondo que ayer, Sancho tuvo la noche libre y hacía mucho viento. ¡YO AYER ESTUVE EN EL TAMMARUFA! Mierda, me encanta ese bar pero ya no voy y ella es la razón. ¡PODÍAS HABERTE VENIDO! Cuando estás borracho el alcohol bloquea ciertas partes de la percepción, ciertos detalles. ¡ESTUVIMOS HASTA QUE NOS ECHARON, COMO SIEMPRE! ¿Por qué siempre exclama? ¿Por qué grita? ¿Por qué me la tiré? Le pregunto si quiere algo en particular mientras enjuago una taza y el olor a café empieza a llenar la habitación. ¡UN POCO DE ACEITE QUE SE ME HA TERMINADO! Antes de que termine la frase ya tiene delante de la cara un cuarto de botella de aceite. Quédatela, le digo, no creo que cocine mucho estos días. ¡MUCHAS GRACIAS, PUES YO HOY VOY A COCINAR TODO EL DÍA! Me acabo de dar cuenta de que no puedo mover bien la rodilla, putos molinos. ¡SI EMPRE HAGO MUCHA COMIDA ASÍ QUE SI QUIERES TE PUEDO SUBIR UN POCO! Tres, Necesito café. Dos, Necesito THC. Uno, No voy a explotar. ¡Boom! Giro de 90º con la taza en la mano y ahí va mi diarrea verbal: Mira nena (¿He dicho nena?), esto es un rasca y gana y no te has llevado el premio. Follamos y al día siguiente me largué lo antes posible. No te he vuelto a llamar y cuando nos cruzamos soy simplemente cordial. No te rebajes tanto y sobretodo no me obligues a perder mi educación echándote a patadas de mi hogar. Pero es que no me ves en la cara que me acabo de levantar con resaca y apaleado. Coño, pues no andes jodiendo la marrana y lárgate ya.
Su cara es un poema de los más tristes que nunca he podido ver cuando sujeto la puerta de salida (que no de entrada) y ella se va con la botella de aceite agarrada como si fuera lo único que la mantiene en pie.
THC y café. Me siento en el sofá y me pongo a recapitular. Lo de anoche no fue normal. Mentí, sí que sabía como iba a continuar. ¿Sabéis lo que es merodear? Merodear es quedarse sentado tras un coche a las tantas de la mañana sujetando un whisky y sangrando por un pómulo. Merodear es esperar a que salga del garito y con una cojera monumental seguirla hasta su portal. Merodear es pasar de idiota a pervertido en un solo ¡Chas!

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