lunes, 28 de junio de 2010
Sentado al piano.
Ángel se vuelve a sentar al piano. ¿Qué queréis? ¿Jazz? ¿Blues? Supongo que en noches como estas no se le puede echar la culpa a nadie. Supongo que es mejor dejar las suposiciones de una vez. Solo tengo claro que solo es la soledad que llama a mi puerta un par de veces al día. Siento haber creído cosas que nunca se deben creer pero cuando tienes a Bogart y Allen luchando en medio del pecho no es fácil dormir. Tenía un bonito texto preparado para exportar a espuertas de un público que siempre prefirió verme llorar. Pero el caso es que hace años que no derramo lágrimas y mis ojos solo están rojos a base de canutos y noches sin dormir. Hay cosas de las que arrepentirse pero arrepentirse es tan inútil y aburrido que solo puedo meter el dedo en mi ombligo y mirar con detenimiento esa pelusa que no tarda en volver. No son horas de estar haciendo el gilipollas, no son horas de perder el tiempo con imposibilidades. No voy a negar nada de lo que deseo, como un mensaje en la botella que llegue a mis puertos. He dicho muchas chorradas a lo largo de mi vida pero no pienso negar que todo fue por los principios que nunca podré enterrar. La noche es oscura y por eso me gusta, porque ya no me pueden mirar mientras siga sentado al piano de teclas que aunque tengan el mismo sonido, se pueden diferenciar en grupos de significados tan diferentes como diferentes son los estadios de un alma que ya no quiere volver a salir de debajo de la cama. ¿Qué puedo decir? Mejor no decir nada, dejar las cosas como están siempre será lo mejor porque ya no se puede hablar, solo teclear y teclear para intentar decir adiós a cosas que no sirven de mucho. Si todo sigue así esto se convertirá en otra muesca en mi cinturón pero nunca quise muescas y ya estoy harto de matar moscas. Supongo que al final todo suena a esa canción de Edith Piaf en la que no se arrepiente de nada.
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