sábado, 30 de octubre de 2010

Pause.

Las vacaciones no son más que otro lugar común, encefalograma plano en verano, otoño en que las neuronas se caen como hojas de árbol. Pero se acerca el invierno y hay que abrigarse para que no nieve dentro de la habitación. Tendré que volver a sacar el sombrero y, en plan cine negro, que la sombra del ala tiña de oscuro mis ojos y nadie sepa bien donde miro. Por un momento, tan solo por un instante, pensé en dejar de ser estratega pero el show must go on, el juego continua y la guerra no termina. Mis pensamientos son míos y siempre veo demasiado miedo al silencio. ¿Llamar a una niña Soledad o Angustias la marca de por vida? ¿Si me llamo Ángel tengo que ser un guardián o mensajero? Complejos los tenemos todos, lo complejo del alma ya es otro asunto. Puedo pasarme todo el día escribiendo cosas que parecen profundas como simas en medio del océano pero sigo sin saber la definición exacta de praxis u ontológico. Mi gente me ha tenido tanta paciencia que no puedo dejar de pensar en la autodefinición: tonto con suerte. Hay que ser fuerte, me dicen mis mayores, pero no hay mayor honor que ver la lágrima de un colega, no por verlo sufrir, si no por poder verlo sin la armadura. La foto es mentira porque no existe el botón de pause.

lunes, 11 de octubre de 2010

Suposiciones.

Supongo que nunca encuentro los términos adecuados, mi dolor en el pie izquierdo nada tiene que ver con el de mis pelotas, o la valentía que enarbolo sin derribar un solo bolo de de mi pista en la bolera. Aveces solo habría que hacer lo correcto y concreto las cosas con sentencias sin dictar. Montar en bici no se olvida, pero nadie gana el tour de Francia con la primera bicicleta que te trajeron los reyes magos si has estado años tirado en el sofá sin pedalear más que para comprar el pan y no morir de hambre. En los libros de auto ayuda cuentan las leyendas que lo del amor ha de ser algo fácil, como deslizarse por un tobogán en el parque acuático pero es verdad que no es fácil salirse de uno mismo y mucho menos volver a casa cuando llevas demasiado tiempo patrullando la ciudad. Excusas y excusas y excusas... No es que mi torpeza sea una excusa ni mi falta de sueño un atenuante. Los tunantes reconvertidos son como los conversos a la religión del colchón para dos y solo dos. Aveces es mejor callar pero la verdad es que el que calla otorga y yo no debería otorgar, si no reafirmar porque las palabras se las llevará el viento pero a todo el mundo le gusta sentir la brisa del mar.

martes, 10 de agosto de 2010

Yo me entiendo.

¿Y ahora de qué coño escribo yo? Se preguntaba el rey de las letras encadenadas a cubos de hielo mientras las baña tito Jack. No queda bien la estética del sufrimiento con esta sonrisa idiota. Se había convertido en el payaso triste pero justo al revés. Eso no se podía hacer ¿o sí? Mal, muy mal... ¿Es que no has aprendido nada? (lo mejor es que además de que todo sea encantador, puedes aprender). Es todo cuestión de enfoque así que cambió el enfoque de la cámara de automático a manual. Bastaba ya de vomitar entrañas al azar, no sabía si existía la inspiración pero desde luego que te tiene que pillar trabajando y si la musa escribe mejor que el escritor delante tienes un reto... ya sabes que nadie te puede decir ¿no hay pelotas? sin que tú inmediatamente saltes al ring. Pero como a los nuevos enfoques es difícil acostumbrarse dejemos que hablen un par de canciones aunque sea trampa:

Te echaré de menos hoy pero ahora tengo un oído más que conquistar y aunque no hay rima que lo merezca el futuro es lo de menos y cuando menos lo esperaba de pronto un día a mi puerta llamó la alegría y resulta que tenía tu carita, que estabas tan rica que devoré tu piel, tu carne y tus espinas. Porque cuando yo soy el hombre lobo tu eres la mujer pantera, sale la luna, yo me recojo y esta noche follaremos como fieras. Abre esa botella y brindemos por ella y hagamos el amor en el balcón que yo mañana vendré con un cigarro a la cama. Me gusta contar las palabras y hacerlas bailar para ti.

viernes, 6 de agosto de 2010

Palabras encadenadas.

Odio esas cadenas de mensajes facebookianas, esas en las que se alienta a seguir haciendo copy/pastes de un mensaje que algún idiota redactó. Enhorabuena, ahora sois unos Poncio Pilatos lavándoos las manos en el mar de internet. Ahora que ya has dejado claro en tu pequeña isla de gritos al infinito que estás en contra del cáncer y a favor de la gente que lucha contra él puedes dormir un poco mejor. Enhorabuena, toma una piruleta y dulces sueños. Supongo que este mensaje hizo saltar mis dedos sobre el teclado porque mi tía la palmó de uno y mi hermana superó otro. Mierda, ¿Qué es eso de que el 92% no lo copiará y el otro 8 es el que merece la misericordia de Dios porque lo ha copiado? Pegaos un tiro y así no moriréis de cáncer. No soy un ciudadano decente, como dios manda, me habéis pillado. No, no me habéis pillado, os lo he dicho/escrito yo. No doy limosnas, no pertenezco a ninguna ONG, no dudo en tirar las colillas al suelo o escupir en la acera. No soy un modelo a seguir pero la mayoría de vosotros tampoco. Yo también uso placebos para intentar conciliar el sueño pero... mierda, ¿cómo podéis ser así? Si alguna vez hiciera o hiciese alguna cosa así conciliaría peor el sueño, no podría ni mirarme al espejo. Una vez vi otro que decía lo mucho que quería a su madre con un copy/paste y su madre orgullosa le respondía... Me escama, adoro a mi madre y tanto ella como todo el que me conoce lo sabe pero eso de colgarlo en internet para que todo el mundo pueda verlo... no sé, me escama, me recuerda a cuando tienes trece años y recoges los platos de la mesa porque quieres pedirle a tu madre algo de dinero. Yo ya tengo algo más de pelo en los huevos y algo de barba y no me gusta un pelo toda esa mierda. Cuando le quiero decir algo así pues voy y se lo digo o le mando un mensaje a ELLA, un mensaje escrito por mí y no por un soplapollas que quiere que todos lo imiten mientras se masturba en su cuarto pensando lo genial que es... más bien mediocre diría yo.

martes, 3 de agosto de 2010

Desconexión, rinocerontes, escopetas y Elvis.

Desconexión, rinocerontes en un ascensor. Los buenos momentos son clavos ardiendo y la desconexión es algo que no consigo por mucho que me esfuerzo. Pelícanos comiendo carroña. Un ciervo con una escopeta. ¿Alguien ha visto a Elvis? Mi primo dijo que tenía un amigo que una vez se cruzó con un tipo cuya cuñada se acostó con un bigfoot amigo de un hijo no nato de Elvis. El caso es decir y maldecir si no hay un buen plato de humillación que llevarse a la boca del metro. Lagunas mentales plagadas de monstruos del lago Ness dispuestos a ser vampiros en las fotos. La felicidad no es más que un botón perdido en el bolsillo de la destrucción mundial. La, la, la. Una vez más les vuelvo a presentar a mi otro tú. El caso es que el botón lo dejas ahí pensando que no se te puede olvidar que está en ese bolsillo y con tu hatillo te lanzas en cañón. Otro whisky, por favor o incluso sin él. Otra vez con los tributos a viejos insultos para la moral judeocristiana. La lana puede ser solo un material o dinero según la parcela que te haya tocado regar. Un par más y ya me quedo solo o no, pero escribiendo o aletargándose a cada movimiento del carpiano y el metacarpiano sin mucha metafísica de por medio.

lunes, 26 de julio de 2010

Ruleta rusa.

La chica suplicaba de rodillas con el revolver apuntando a su entrecejo. El cabrón se encendió un cigarro sin dejar de apuntar hacia ella y tras expulsar el humo empezó:
-Sabes, en una batalla, la psicología es un 70% de la victoria... bueno, realmente no sé si es verdad pero en un uno contra uno sí que es necesaria. Tienes que asustar, amedrentar y dominar. Tienes que mentir. ¿Te he dicho lo poco que me gusta mentir? El caso es que es la única manera de ganar la partida así que no me dejan opciones y al final mi mal pulso se templa con un par de cervezas y la estrategia está clara si llego a la conclusión de que el fin justifica los medios.
La chica intentó balbucear algo pero el cabrón apretó el cañón del revolver contra su frente y ella captó el mensaje. El cabrón se sentó como se sientan los polis malos en una silla que puso frente a ella y continuó:
-Sabes, esta situación es ridícula. Ahora tengo tres opciones. Bang, salpicaduras y adiós es la primera... No sé si es acertada o no. Después puedo optar por decir que siento mi comportamiento, ser educado y retractarme, volverme a mi madriguera y adiós. Pero existe una tercera que negarás que se pueda realizar pero la verdad es que ya he aprendido lo suficiente como para saber que sucederá de esa manera. Puedo golpearte con la empuñadura y empezar a gritarte improperios del tipo: eres una zorra y demás. Al poco estarías arrastrándote a mis pies pidiéndome perdón, pidiendo más. El problema es que acabo de invalidar esta última ya que al demostrar que es una estrategia y no algo que sale de las entrañas no es atractivo, no crea ese vínculo.
El cabrón dejó de apuntar a la cabeza de la chica y se dedicó a menear la pistola con cada aspaviento como el que tiene en la mano cualquier otra cosa sin la capacidad de matar.
-Sé que cualquier tía negaría esto pero al fin y al cabo es lo que hay... y quiero que sepas que a mí es al que menos me gusta porque ya te he comentado lo que odio mentir y por lo visto hay que ser un cabrón para ponerle un poco de sal a las relaciones. Yo mismo hubiera pasado de ti si no fueras tan zorra pero el caso es que yo al menos lo reconozco, no como la mayoría de los mortales que dicen querer un aburrido y encantador alfeñique como pareja eterna, alguien que ame, que sea dulce y servicial, un calzonazos, un aburrimiento. Yo al menos soy franco, al menos no suelo mentir en lo que quiero, pero por lo visto es necesario mentir para lograr algunas cosas... Odio mentir... Bueno, ¿tú que opinas? ¿Que crees que debería hacer?
La chica dudó un segundo y cuando iba a hablar el cabrón la cortó:
-Déjalo, tú que vas a decir... Bueno, antes del final con fuegos artificiales ¿quieres un cigarrillo?
La chica asintió con miedo. El cabrón le puso un cigarro en la boca y se cogió otro para él. Después le cogió la cabeza con las manos y la besó en la frente. Apuntó con el revolver a la cara de la chica a la que le caían dos lagrimones por las mejillas y apretó el gatillo. Cuando la chica abrió los ojos una pequeña llama salía de la punta del revolver encendiendo su cigarrillo. Aspiró entre una risa histérica y llantos y el cabrón se fue encendiendo su cigarrillo con el revolver-mechero sin mirar atrás.

miércoles, 14 de julio de 2010

Bares, mujeres y otros atenuantes.

Algunos piensan que llevo la libreta al bar para parecer más interesante, lo cierto es que lo hago para no parecer tan borracho. Alguna vez alguna pérfida musa me ha tocado el hombro mientras estaba despistado mirando el fondo de mi vaso y cuando levantaba la vista aprovechaba para llenarme los bolsillos de falsas esperanzas, solo humo rebozado en palabras, papel mojado porque he vuelto a derramar mi cerveza.

Perdí el mp3 en el mismo lugar que perdí mi alma, mi conciencia y mi consciencia. Carne de bar de los pies a la cabeza. Me paro a pensar y todo lo que he perdido en un bar ha sido por... ¿Adivinan? Una mujer. ¿Qué esperaban? ¿Que fuera la borrachera? No, yo se beber y vomitar y tragar y tragar agua al despertar. ¿Chequear presas me convierte en un cazador o solo si consigo que sirva para algo? Chico atormentado busca una mujer tan puta como él. Experto cazador que pasa de caza menor busca buena pieza que colgar en su salón. ¿ O follamos todos o la puta al río? Joder, el que pueda que disfrute y el que no, onanista por vocación. Miento, miento como un cabrón. ¿Experto? ¿Qué cazador ni que niño muerto? Solo un idiota que quiere acurrucarse entre unas tetas que lo sepan cuidar.

Las dudas son útiles pero crean adicción como todo lo demás. Ser obsesivo o paranoico no es lo mismo aunque en ambos casos acabas mal. El final de curso es el lugar donde las psicosis... ¿Psicosis es el plural de psicosis? Da igual, el caso es que estas psicosis bailan un cha cha chá en las cabezas de los estudiantes justo antes de la época estival. Debería considerarse un atenuante en caso de delito. ¿Lo mataste? Sí, pero era época de exámenes. Entonces quedas absuelto. Quería terminar con una frase genial que hiciese ver que entiendo las circunstancias pero no se me ocurre ninguna.

lunes, 12 de julio de 2010

Ojitos de rana.

Voy al servicio y me cruzo con esos bonitos ojitos de rana. Intento ser un ávido lector de segundos de fuego cruzado. No voy a lanzar órdagos sobre los sentimientos porque éstos no son más que pequeños bombos de lotería que van sacando números al azar. Pero sí que he aprendido algo de química en estos años y no se pueden negar las pruebas que respaldan la teoría. El caso es que tampoco puedo hacer nada porque ya me até con unas esposas a la tubería del gas y no me puedo mover. Lo único que tengo es una pistola para intentar romperlas y no voy a disparar contra una tubería de gas si no hay una señal. Tal vez un guiño o un pulgar hacia arriba, una cerveza o una sonrisa de bienvenida podrían ser suficiente pero no puedo hacer nada por hacer. Fuera las palabras como corazón o amor, eso nunca salió de mi boca pero yo soy un anarco-hedonista y no puedo evitar pensar en la diversión perdida por el camino. Ya no importa demasiado porque no nos cruzaremos más que de vez en cuando entre las ganas de cerveza y las de orinar, ya solo puedes elegir tú y no parece que nada vaya a cambiar. No hay que olvidar las sonrisas porque es lo único que vale la pena pero tampoco el resto porque algo te enseña.

martes, 6 de julio de 2010

Mercadillo de domingo.

El niño psicótico puso uno de esos mercadillos de domingo en su jardín. Tenía todo tipo de artículos interesantes, únicos y extravagantes a precios de ganga así que supuso que sería fácil hacer negocio. Un tipo de unos cincuenta largos, medio calvo, peinado hacia atrás y con gafas de culo de vaso se interesó por uno de sus artículos. ¿Qué es esto? Preguntó el hombre. Mi mal pulso, excelente para robar panderetas, respondió el niño psicótico. No, ahora en serio, este artículo es una ganga por solo dos euros. Es como una especie de máquina de masajes portátil, su vibración en hombros y otros músculos cargados te traerá una gran paz. Es excelente para no cansarse con los productos de agitar antes de usar... y bueno, entre usted y yo, es mejor que hacerse una paja con la mano izquierda. Te doy un euro por él, dijo el de las gafas. 1´80, 1´40, 1´60, 1´50. Vendido.

El niño psicótico flipaba con un asunto. Tenía en oferta su conciencia como nueva, casi sin estrenar. Cree que la había usado una vez en el parvulario. Pero solo aquella vez, de eso estaba seguro. Todo el mundo que pasaba delante, y eso que estaba solo a dos euros, evitaba mirarla como si fuera pornografía o incluso pornografía infantil. Él ya sabía que si la vendía era por algo, por hacer un poco de hueco en el trastero ya que nunca la usaba, pero no se avergonzaba de tenerla. No pensaba sacarla del mercadillo como si fuera algo inmoral, no podía comprender como la conciencia podía llegar a ser algo inmoral.

En estas cavilaciones estaba cuando vio a un chaval de dieciséis admirando su verdad, su raída y ajada verdad. Recordaba cuando él tenía esa edad y se pavoneaba con su verdad, con el cuello para arriba y llena de tachuelas, como si con ella se pudiera comer el mundo. Pero al mundo no le gustaba la verdad, con los años y cuando las neuronas dejaron de suicidarse por la sobredosis de hormonas de la pubertad se fue dando cuenta de que la verdad trae más problemas que otra cosa. Ya no la usaba y era una idiotez conservarla. ¿Te gusta? Le preguntó al chaval. Sí, no está mal pero no tengo pasta. Pruébatela, propuso el niño psicótico, quería ver que tal le iba. Como un guante, el chaval se subió las solapas y se miró en un espejo. Me queda de arte, dijo. El niño psicótico no pudo evitarlo. Quédatela, te la regalo. El chaval flipó a grito de “De puta madre” y después de darle la mano se fue altivo, dispuesto a comerse el mundo.

El niño psicótico sonreía satisfecho de que ese chaval fuera el nuevo dueño de su verdad cuando una chica mona le preguntó ¿Cuanto por esto? Sostenía en su mano el corazón del niño psicótico. un euro. Me lo llevo. La chica mona puso la moneda en la mano del niño psicótico y se dio la vuelta yéndose mientras apretaba el corazón como si fuera una bola anti estrés. La verdad es que al niño psicótico no le dolió deshacerse de su corazón, además, si no podía dormir con el tictac de un reloj de aguja como iba a soportar el latido del corazón. Pensó que así dormiría mejor.

Un niño de seis años corrió hacia su conciencia y la agarró al verla. Con una gran sonrisa de felicidad se giró hacia su padre y le dijo, Cómpramela. El padre se agachó junto a él y examinó la conciencia. ¿Sabes que si te la compro la tienes que cuidar, verdad? El niño asintió muy solemne y el padre lo miró buscando la promesa en el fondo de sus ojos. Después se levantó y se acercó al niño psicótico. ¿Cuanto? Dos euros. Está en buen estado ¿no? Solo ha sido usada una vez. Bien. El padre pagó y le dio a su hijo la conciencia. Se despidieron y se fueron. El niño psicótico estaba contento, había conseguido tres euros y medio y además estaba especialmente contento por su última venta. Esperaba que el niño usara más su conciencia, y que no le hiciera perrerías, al menos no muchas. Con lo ganado tenía para tres cervezas y estaban abriendo el bar. Ya volvería a montar el mercadillo el domingo siguiente.

miércoles, 30 de junio de 2010

Fútbol y otros somníferos.

Supongo que al final no se bailó ninguna jota, es más educado un leve movimiento de cabeza a modo de saludo y una sonrisa de cortesía. No se pueden bailar jotas en bares tan abarrotados y total, ya he dibujado la línea con tiza y no voy a volver a cruzarla ni aunque un número ingente de cervezas me vuelva a dar alardes de kamikaze. Cuelgo en un perchero el sombrero de Bogart, guardo en un estuche las gafas de Allen y me dedico a ver el fútbol que siempre es más entretenido. Cada año que pasa comprendo mejor la afición del fútbol... si gana tu equipo eres parte de ello, eres un ganador porque esa energía mística que tus gritos transmiten a los deportistas de élite a través del televisor ha sido clave a la hora de la victoria. Puro éxtasis. Si pierden... exacto, pierden, tercera persona del plural. Ellos pierden, ellos, unos tipos que lo tienen todo, que cobran un sueldazo, tienen mujeres y cochazos, están en forma y son dioses para muchos. Ellos te han traicionado. Son el blanco perfecto para la descarga de tu furia paranoica, son todo lo que odias y todo lo que quieres aniquilar. Pura catarsis.
Pero el partido acaba, y las cervezas te dicen que mejor te vas a casa, te tumbas en el suelo del baño a estabilizarte hasta que decides irte a dormir. Al menos duermes.

lunes, 28 de junio de 2010

Sentado al piano.

Ángel se vuelve a sentar al piano. ¿Qué queréis? ¿Jazz? ¿Blues? Supongo que en noches como estas no se le puede echar la culpa a nadie. Supongo que es mejor dejar las suposiciones de una vez. Solo tengo claro que solo es la soledad que llama a mi puerta un par de veces al día. Siento haber creído cosas que nunca se deben creer pero cuando tienes a Bogart y Allen luchando en medio del pecho no es fácil dormir. Tenía un bonito texto preparado para exportar a espuertas de un público que siempre prefirió verme llorar. Pero el caso es que hace años que no derramo lágrimas y mis ojos solo están rojos a base de canutos y noches sin dormir. Hay cosas de las que arrepentirse pero arrepentirse es tan inútil y aburrido que solo puedo meter el dedo en mi ombligo y mirar con detenimiento esa pelusa que no tarda en volver. No son horas de estar haciendo el gilipollas, no son horas de perder el tiempo con imposibilidades. No voy a negar nada de lo que deseo, como un mensaje en la botella que llegue a mis puertos. He dicho muchas chorradas a lo largo de mi vida pero no pienso negar que todo fue por los principios que nunca podré enterrar. La noche es oscura y por eso me gusta, porque ya no me pueden mirar mientras siga sentado al piano de teclas que aunque tengan el mismo sonido, se pueden diferenciar en grupos de significados tan diferentes como diferentes son los estadios de un alma que ya no quiere volver a salir de debajo de la cama. ¿Qué puedo decir? Mejor no decir nada, dejar las cosas como están siempre será lo mejor porque ya no se puede hablar, solo teclear y teclear para intentar decir adiós a cosas que no sirven de mucho. Si todo sigue así esto se convertirá en otra muesca en mi cinturón pero nunca quise muescas y ya estoy harto de matar moscas. Supongo que al final todo suena a esa canción de Edith Piaf en la que no se arrepiente de nada.

domingo, 27 de junio de 2010

Simple, tonto o pragmático.

Puedes llamarme simple, puedes llamarme tonto o puedes llamarme pragmático. Las cosas son sencillas, si hay algo que te divierte pues lo haces, si quieres algo pues lo coges. ¿No era eso lo que promulgaban vuestros dioses posmodernos? Porque yo no los tengo pero cumplo a rajatabla esas enseñanzas. Sí, solo soy un palurdo pueblerino, pero al menos creo que solo tienes que pedir lo que quieras y si se puede pues se concede. Pongo un ejemplo práctico para los que no lo hayan pillado ¿Quieres follar? Sí, pues allá vamos. No, pues a masturbarse. Sencillo ¿Verdad? El resto es accesorio. Si tienes hambre pues comes y si necesitas dinero para comer pues te buscas un trabajo y si no quieres trabajar pues vas a comer peor. Fácil ¿No? El caso es el de siempre, que de bocas para afuera todo el mundo es así pero entre bastidores vas viendo como se suceden las cosas. Otro ejemplo, las drogas las usas para poder hacer eso pero hay que estar muy drogado para conseguirlo o puedes tener un par de pelotas y negarte a ser de otra manera. Yo siempre he visto con admiración a los que pueden hacerlo sin tener que recurrir a ningún tipo de dopaje. Yo he de reconocer que me hace falta un poco de alcohol pero solo a veces, el resto es cuestión de no olvidar las enseñanzas, de tener la suficiente claridad mental para no tropezar con la primera de las convenciones sociales contra las que tanto vociferas cuando estás ya en el suelo con la cara llena de tierra. La libertad es una bonita palabra pero nada más, lo que sí que existe es la capacidad de elección, yo aveces elijo cosas que a priori pueden parecer malas, como revolcarse en la mierda pero eso es lo que vosotros creéis que hago. En realidad solo sigo el consejo de un amigo que me dijo una vez: cuando estás jodido escribes mejor. Pues eso,que solo era documentación, un poco de ejercicio mental para que la sucesión de causas y efectos de las letras que voy ordenando en el teclado del ordenador puedan estar revestidas de algo parecido a la verdad. Una vez escribí en un cuaderno: no sois más que mis pequeños sujetos de prueba. Espero que nadie se lo tome mal porque cualquier parecido con la realidad es pura casualidad.

sábado, 26 de junio de 2010

Olvídate de las formas y el vocabulario.

La única razón por la que no me caigo redondo es por mis pelotas y el bonito paisaje del pasar de chicas sin parar. Compréndeme, es normal que me guste el bar si las mujeres per cápita nunca dejan de aumentar. Lo bonito de ser yo es que todo el mundo cree saber que no soy tan cerdo como aparento y hace tiempo que no me molesto en desmentir nada. Me limito a empalmar cigarros y cervezas mientras dejo a la población con su creencia popular. Por mucho que seas un cíclope en el país de los ciegos sigues sin tener sensación espacial y yo siempre he comido mucha zanahoria. Yo nunca dejé de creer y me parece muy triste que tú lo hayas hecho. ¿Qué será lo próximo? ¿Casita con dos hijos y un perro con tal de no morir a solas?Tú sabrás. Yo prefiero continuar en el bar, a ver que tal y a morir de cirrosis si no se puede volar.
Venga, vale, que lo que tu digas. Yo Hace tiempo que no quiero ganar la partida en ciertas cosas, con dormir a pierna suelta de vez en cuando con un canto en los dientes y con un pan bajo el brazo, sí, llámame tonto. Parece que al final yo siempre me equivoco, pues si es verdad porqué no me puedo equivocar esta vez. No me jodas, yo que soy un bocazas sé cuando callarme, cuando simplemente asentir y dar la razón. Me importa una mierda el macho alfa y toda su evolución, todas las ramificaciones hasta darte la razón. Si pensamos, razonamos, sentimos y tenemos ciertos principios la hermandad también es saber decir lo que es mejor callar, pero sobre todo callar cuando ves lo que ves en los ojos del interlocutor. No, no hay excusas, me da igual el estado, el estadio o las circunstancias, el entorno o los factores atenuantes. No, no lo puedo evitar, no, no me pienso callar porque ahora mismo no tengo que mirar a la cara a nadie y si me tengo que emborrachar para ciertas confesiones es porque no se deberían confesar, son como el agua clara por muy ciego que llegues a estar. No hay que preocuparse, es como todo, solo hay que esperar y el sonido acompasado de un motor a ritmo normal ya hará moverse a unos huesos que pesan más que los músculos que los han de llevar. Paz, tío,paz.

jueves, 24 de junio de 2010

Diez trucos para trogloditas en la era pos-moderna.

No dejarse avasallar ni alucinar por los miles de neones por segundo.

Nunca le des la calada al cigarro por la parte que ilumina, es mejor llenarte de niebla que quemarte el labio.

Trazar un plan por si estalla algún tipo de guerra mundial o local.

Es educado invitar a un té a la muerte en caso de que viniera de visita.

Los falsos presagios es mejor dejáselos a los falsos dioses.

No sonrías hasta la segunda vez que una chica te sonría, así parecerás duro e interesante.

Siempre es mejor observar aunque es más divertido vacilar.

Nunca te arrodilles, como mucho te agachas para esquivar.

Siempre es mejor ser guerrero que esquimal.

Si no tienes corazón es mejor no dejar la conciencia en casa.

martes, 22 de junio de 2010

El idiota que quería volar.

Solo quería un momento tranquilo. ¿Tan difícil es un momento tranquilo? Las cavilaciones y tribulaciones del pobre idiota no tenían cabida en el mundo del mañana. Mañana, sabía, nada cambiaría pero para eso se nace, para esperar la hora de la muerte y él siempre se ponía nervioso en las salas de espera. Aveces solo quería comprobar si podía volar. No se quería tirar por el balcón por suicidarse, solo quería comprobar si podía volar. Aunque el pobre idiota sabía que era imposible, quería intentarlo. Tal vez volara, tal vez se llevaba una sorpresa y empezara a subir o flotar en vez de caer en picado terminando con los sesos esparcidos por la calle. Sería tan genial equivocarse, poder surcar los cielos sintiendo el aire en la cara. Por una vez se sentiría especial, libre, único. Tal vez solo se convertiría en una atracción de feria pero seguro que sería la mejor atracción de feria. Lo entrevistarían en la tele, podría decirle a las chicas: nena, yo sí que te puedo hacer volar. Todo el mundo lo reconocería por la calle y si en algún momento se agobiara de los fans podría decirles que les va a hacer una demostración y escapar. Pero toda moneda tiene su cara y su cruz, están el yin y el yang, en el lado oscuro de la luna no te puedes broncear y nada mola tanto como te hace creer la gran pantalla. Se lo podía imaginar, al contar su historia le saldrían imitadores, más gente intentaría volar. Si lo conseguían él dejaría de ser especial y si no lo conseguían ya podía ver los titulares “Chico de trece años muere despanzurrado contra la acera por imitar al hombre volador”. Todos se pondrían en su contra. Sería un monstruo, ya nunca más especial. Incluso, pensaba, lo podrían encerrar. El pobre idiota tiró la colilla por el balcón y vio como se estrellaba contra la capota de un coche en un destello final. Cerró el balcón y se echó en la cama intentando dormitar.

domingo, 20 de junio de 2010

¡Bang!

Que tenga en la cabeza el tuyo no quiere decir que no pueda mirar otros culos. Un Julio Iglesias tiene que hacer un bis si lo pide el público. Al enemigo no hay que mostrarle debilidad y algunos centros de gravedad son los que nos apetecen a nosotros mismos. Por supuesto que tenía que ser idiota, si no, ¿dónde está la gracia? Si el conejo no corre no va a correr el galgo y no importa si para el bien del público y para abaratar costes el conejo es de mentira y sale disparado encima de un raíl mientras los chuchos corren con la lengua fuera. Y si hay que correr como un perrito faldero pues uno va y se corre. A todo el mundo le gusta recibir versos bonitos o un caramelo como a todo el mundo le gusta que se la chupen. No es más raro que una pelusa dentro del ombligo y siempre hay que recordar que lo normal es jodidamente aburrido. Para hacer una buena espada hay que mantener las brasas a cierto nivel, da igual si hace calor, un Jack helado y de vuelta al trabajo. Por mucho que me empeñe no puedo dejar de ser encantador por muy borde que sea. Dicen que lo más difícil de escribir es la documentación, horas y horas de revisar y revisar datos, especulaciones y hechos. Bueno, pues yo no pienso dejar de experimentar, es lo que tiene elegir cualquiera de las elecciones que alguien dejó ante tu cara. Aquí he venido a lo que me da la gana y tengo ganas de vomitar un par de cosas con cierta estructura y conocimiento de causa. Ya lo dije hace tiempo, solo busco alguien que me destroce y me parta en dos.

sábado, 19 de junio de 2010

El zombi y la ninja.

Juan el zombi golpeó un día una lata y al pararse vio escrito en ella: ten cuidado porque el titiritero controla a la muerte y a la doncella. Él no se preocupaba porque sabía que llevaba en el bolsillo una navaja para cortar los hilos que se pusieran en su camino. Los zombis nunca han sido muy listos y no echan cuenta a destinos escritos en latas de cerveza. Él continuó su paseo matutino tranquilamente mientras silbaba. Iba y venía comiendo cerebros, sin prisa pero sin pausa.
Por el parque un olor especial inundó sus putrefactas fosas nasales, era un cerebro pero con un aliño especial. Se giró y vio como tres zombis corrían detrás de esa chica y él cuando se repuso del olor pues corrió también detrás. La vida de un zombi en medio del apocalipsis tampoco es facil, no nos vayamos a creer, aveces hasta le obligaban a correr. Lo bueno de Juan es que antes de ser zombi había sido psickokiller y eso le daba cierta ventaja a la hora de perseguir doncellas por la ciudad. En vez de correr como un loco, optó por un camino subterráneo.
Tras andar un trecho por las cloacas abrió una tapa de alcantarilla. Sacó la cabeza y husmeó. No se había equivocado de atajo, ahí estaba su olor. Olfateo a olfateo iba por las calles desiertas excepto por unos pocos zombis merendando. Al doblar una esquina oyó ruido de gresca y supo que era ella. Corrió y de un portal vio salir un zombi volando. El zombi chocó con la cabeza contra una farola y sus sesos se desparramaron por toda la acera. Juan se asomó dentro del portal y recibió una clase rápida de patadas voladoras. Los otros dos zombis que quedaban dentro estaban recibiendo lo que vulgarmente se conoce como una “somanta palos”. Juan el zombi flipó, se quedó mirando como la chica destrozaba a ambos zombis como la que unta mantequilla sobre una tostada. Juan se sorprendió al comprobar que ella era ninja. La chica le preguntó que si él quería recibir también y como a Juan no le gustaba ver sus sesos desparramados por las esquinas negó con la cabeza. Los zombis no saben hablar pero sí negar con la cabeza.
Una bomba de humo y la chica desapareció. Juan se quedó parado hasta que se fue el olor a azufre. Después volvió el olor condimentado de ese cerebro especial y no pudo resistir la tentación. Aunque la chica había desaparecido entre el humo él sabía que solo podía haber subido las escaleras, además estaba ese olor particular que lo guiaba olfateo a olfateo.
Como no, el olor lo llevó hacia el ático, el lugar perfecto para la pelea final. Abrió la puerta y avanzó. Mientras buscaba por las habitaciones ya podía imaginar como lo iba a cocinar. Porque a pesar de ser zombi, Juan era un caballero letrado de los que comen con tenedor y cuchillo y les gusta cocinar, saborear y disfrutar. Así iba de habitación en habitación pero como no podía ser de otra manera, ella estaba en la terraza mirando al infinito mientras fumaba un cigarrillo. Los zombis no son muy silenciosos así que ella se percató y se giró. Sus miradas se cruzaron y ella preguntó si quería recibir una paliza. Él volvió a negar aunque tampoco se marchó. Al negar, la ninja se dio cuenta: eres el de antes, no soy muy buena para las caras pero me acuerdo de esa negación. Todo se detuvo un momento pero como ante todo Juan era un zombi, se arrojó contra ella sin poder quitarse de las fosas nasales ese olor. ¡Zas! En toda la boca un patadón y a cámara lenta Juan voló hacia atrás. Ella ni tan siquiera se había quitado el cigarro de la boca y le dio otra calada antes de agacharse junto a él. Dijo: Nunca pensáis, pero la verdad es que si pensarais no seríais zombis. Después se largó mientras Juan se fue incorporando con la boca destrozada y ese olor aún en la nariz que ahora echaba sangre putrefacta.
Juan no murió de inanición, ningún zombi que conozca puede morir de inanición, el instinto comecerebros nunca lo abandonará. Pero ya no era lo mismo, ya no saboreaba, ya nada olía igual.

Surfing U.S.A.

Los hechos se olvidan rápido, eso nos lo ha demostrado la historia. Pero las sensaciones son otra cosa, surcan el flujo del tiempo y se llevan en un plano astral más difícil de arrancar cuando se cala el motor y más difícil de parar cuando te quedas sin frenos. Por eso me encantan, porque son lo más parecido a surfear que voy a hacer en toda mi vida. A veces no hay buenas olas y si son demasiado grandes la puedes palmar. Pero aquí hemos venido a surfear. Así no puedo dejar de sonreír al recordar que de melopea con mi propio puño clavé con un cuchillo mi corazón de plástico en una lámpara sin bombilla y con forma de luna. Hace un tiempo decidí tatuarme a fuego ciertas reglas en el hueco que queda entre los dedos de los pies para recordarlas paso a paso. La primera fue no parar aunque el fuego de tus pies no deje de abrasar. Una vez al mes sentarse a contemplar las olas al calor de un cigarrillo. Nunca retroceder, como mucho girar. Si no tienes tabla pues robas un tablón del embarcadero. Y la más importante, nunca dejar de surfear.

miércoles, 16 de junio de 2010

Pidiendo comida china.

Traeme amor, odio, un poco de estupidez, unos cacahuetes, un elefante, putas, muchas putas, un reloj roto, heroína, un montón de dudas, un libro en blanco y otro en negro, ¿he mencionado ya la estupidez? un árbol, un pez, una manta, un ventilador, abrazos y puñetazos, a Cristinita y Nacho, un avión, un tren de juguete, vanas esperanzas y un despertador, la última cena y un café.

Alcohol tengo yo aunque no sé si suficiente.

martes, 15 de junio de 2010

En la oscuridad.

Apaguemos un momento la luz. Así, a oscuras. Déjalos salir. Me encanta ese momento en que sigues con arcadas y ya no puedes vomitar nada más. Ahí ya estás vacío, ya no queda nada que echar por mucho que te empeñes y más tarde o más temprano te empiezas a relajar. No sé de donde viene esta bola de furia paranoica pero me sienta igual que una bola de pelo le debe sentar a un gato. He de reconocer que desde el año de los males no me he vuelto a recuperar. Con lo que llevábamos que tu abuela muera el día del cumpleaños de tu madre no es bonito y tampoco es una señal por mucho que dios se empeñe, mi polla si que es inescrutable. A más de mil kilómetros de distancia del epicentro lo único que puedes hacer es que todos siempre piensen que todo va bien. Pero eso es lo único que se te da realmente bien. Ya apagarás la luz ¿no? Ya podrás estar fuera de miradas otra vez. Si alguien tiene alguna duda de si me he comportado muchas veces como un mamón que se deje de dudas porque la respuesta es sí. Tranquilo, déjalos salir. He imaginado muchas veces lo que debe ser asesinar a alguien y solo un par de veces ha sido por ira, el resto por curiosidad, aburrimiento o in extremis por diversión. Que nadie se piense que esto es un diario ¿por favor, sois idiotas? De aquí solo sale lo que pienso que queréis escuchar o lo que yo os quiera relatar. Quien me quiera conocer que se tome medio millón de cervezas conmigo y después ya si eso empezaré a hablar. Déjalos salir. Cada día que pasa odio a más gente. ¿Quién coño os ha pedido opinión y por qué cojones me tenéis que obligar a escuchar vuestras estupideces? ¿No os podéis estar callados ni un momento? Me importa una mierda que tu madre no te quiera, yo no te tengo que aguantar. Siempre hago la broma de que nací tan hecho mierda que mis padres se pensaron si criarme o tirarme a la basura. Es una broma solo en el hecho de que mis padres nunca se lo pensaron. Así, es normal que me pase, si mi vida es un regalo pues juego con él como me da la gana. Un consejo para intrépidos lectores: que nadie confunda el bajón de cuatro días de fiesta con el vacío existencial, que nadie se atreva a decirme que esa es la solución, es solo eso, pura diversión, una mentira de una, dos, tres noches que a cucharadas grandes te quieres tragar. El miedo seguirá ahí cuando pares o el momento antes de morir mientras un hilillo de sangre sale de tu nariz. Al final no queda nada excepto la última sensación que quieras o te permitan tener. Y no, lo peor es que no estoy borracho.

lunes, 14 de junio de 2010

¿Un porrito?

Intentando no saltarse las promesas que se hace a sí mismo no le queda otra que hacer trampas. Hablaremos de no sé... canutos. Yo era fumador y cualquier jachis que caía en mis manos, pues para los pulmones. Ayer una chica me pasó un canuto y me dijo ¿quieres? Yo le dije que no y ella me respondió que si nunca había fumado. Claro que había fumado montones de canutos pero una vez me trajeron un jachis que no era como los demás. Ella dijo que el suyo pegaba bien pero por el olor ya sabía yo que no era lo mismo. No es una cuestión de pelotazo, es más como un regusto, ese jachis que conseguí pillar una vez no te dejaba pegado al sofá, no te daba dolor de cabeza y su sabor y su olor... que olor. Gracias pero no, le dije a la chica y ella me miró como si fuera un loco. Ahora todos los días llamo a mi camello y le pregunto ¿qué? Y él, encogiéndose de hombros niega con la cabeza. La chica pensaba que era una idiotez. Yo le dije que ya lo sabía pero que suponía que volvería a fumar cuando tuviera el mono si los traficantes no volvían a traer ese jachis a las costas de mis pulmones.

domingo, 13 de junio de 2010

Everybody loves the hypnotoad.

Es como la sensación que te deja el tirar sin querer de un cigarrillo que llevas hace demasiado en los labios. Tiras de él y un trozo de piel se desprende. Te tocas y no hay sangre pero en cada una de las siguientes caladas sientes el humo en la carne viva. Aún así sigues apurando el cigarrillo hasta que el calor de la colilla ya no te permite continuar. De pronto abrió los ojos y estaba frente a un púlpito. Todo el silencio de la concurrencia resonaba en sus oídos y se suponía que tenía que hablar. Parecía como si fueran a escuchar. No era capaz de comprender como un ateo podía ser escuchado allí. La verdad es que siempre le gustaron las iglesias, son lugares frescos en verano y silenciosos, le gustaba el silencio. Echó una mirada al patio de butacas, lo cierto es que ni siquiera sabía si se decía patio de butacas porque no estaba muy familiarizado con la terminología eclesiástica. El caso es que las iglesias sí que le gustaban. Eran lo que el eser humano era capaz de hacer, era al fin y al cabo, un buen resumen de los años y siglos. Mirar sus frescos y vidrieras era algo que te hacía pensar, con unos pocos conocimientos básicos podías ver en sus imágenes lo peor y lo mejor de cada ser humano que alguna vez había pasado por allí. Sabía que en esas paredes había sangre de gente buena que se había matado por este lugar fresco y silencioso. Sabía perfectamente los siglos de desgracia, hambre y muerte que La Iglesia llevaba paseando de la mano. Pero esa persona normal que podía levantarse por las mañanas entre la mierda con el solo motor de su fe...
La fe era algo que respetar, algo que admirar. Algunas mañanas se había levantado pensando que todo iba a salir bien, algo le susurraba en los oídos que unas migas de pan que flotaban en el viento le guiarían en su camino. Si los creyentes tienen crisis de fe suponía que los ateos también, solo había que darle la vuelta al vaso.
La fe es lo mismo que cuando en la barra del bar consigues que tu cerebro haga clac y todo se vuelve paz. Es esa sonrisa que dura un segundo y no se necesita más. La fe es comilona y siesta, convertir la hiel en miel.
No se había dado cuenta de que todas estas divagaciones habían salido de sus labios ya y toda esa concurrencia seguía atento a él, seguía con los ojos clavados en él. Necesitaba una despedida y cierre, necesitaba un cigarro. Así que, esta vez consciente de lo que salía de su boca, terminó: Ahora si me disculpan me voy a mi iglesia particular, que están a punto de abrir, muchas gracias.
Bajó del púlpito mientras aún retumbaba en sus oídos el silencio y la sensación de la carne viva en su labio inferior. Salió por la sacristía sin que cesase el silencio de la concurrencia. Suponía que el silencio tenía que ser una buena señal, suponía que era una cuestión de fe.

sábado, 12 de junio de 2010

Hoy solo palabras inconexas, habrá que echarle la culpa a la resaca.

Hoy ha salido el sol y aún no sé como me sienta. Lo importante es no perder el ritmo. Un, dos, tres. Un, dos, tres. Yo solo quería un kit-kat y como la vida está muy cara mejor dame pan y llámame tonto. Al fin y al cabo, con las nuevas tecnologías el trabajo de cartero está en peligro de extinción y no se puede matar al lenguaje binario ni al impulso eléctrico que corre más rápido que mis dedos. Supongo que para no morir sepultado por un uno o un cero lo mejor es alejarse de los controladores aéreos. Las prohibiciones, inhibiciones y sentencias es mejor dejárselas al supremo. Hay canciones que solo con cambiarles el tono dejan de ser la misma canción así que cuida tu garganta. En el cine de hoy en día hasta el malo puede ser el protagonista y la peli puede acabar antes de que se sepa si ha ganado o no. El ganado al establo y yo a mirar los retablos de ropa sucia de mi habitación. He conseguido amaestrar a los grillos y ahora pueden ofrecer un concierto en el que por fin yo puedo ser el director. Se admiten peticiones.

viernes, 11 de junio de 2010

Yo quería escribir la posdata perfecta.

Yo quería escribir la posdata perfecta. Ya llevaba unas páginas cuando me encontré en el balcón mirando hacia donde creo que estaba aquel bunker que visité una vez. Creo que se vé desde mi balcón pero nunca lo pude comprobar. Entonces algo hizo clac dentro de lo que queda del queso gruyer que tengo sobre los hombros. Un ratón salió por uno delos agujeros del queso y me susurró que era momento de relajarse y apreciar el sonido de los grillos en medio de la noche. Yo no quería grillos, yo quería esperar y empujar a la noche hacia el alba en que todo se volviera a iluminar y durante la noche, escribir la posdata perfecta. Pero el ratón que siempre fue más listo que yo me hizo recordar como funcionan las cosas de titiriteros y espectáculos en general. Hay momentos en que estás en un punto ciego y si haces señales de humo no se entenderán, volverán a parecer incendios de psicosis de un animal idiota. Yo quería escribir la posdata perfecta y ya le había buscado un nombre genial y era perfecto porque solo un par de personas en este mundo podemos apreciar el chiste. Pero el ratón me dijo que por un momento pusiera a un lado la botella y me hizo releer las páginas con un café en la mano y me volvió a explicar. Hay posdatas que no se pueden escribir en papel, que solo se pueden ver en los ojos para que no haya dudas de que no es por psicosis, si no por simple diarrea verbal, porque te gusta aclarar las cosas y porque todo se entiende siempre mal. Hace falta una cerveza y una hora y tener delante al destinatario. Al ratón no le faltaba razón pero siempre he sido duro de mollera y yo quería empujar a la noche hasta el alba y aún sin dormir disfrutar de un par de rayos de sol antes de volver a soñar.
Supongo que esto sí que es una posdata, pero no la posdata perfecta, solo la que pondrá el punto final a falta de otros dos puntos suspensivos que lo sigan. En un cajón tendré que dejar lo que llevaba de la posdata perfecta a falta de poder invitar al alba a tomar una cerveza y explicar las cosas como siempre me ha gustado, cara a cara, con una cerveza en la mano, y poder acabar con eso de: tómate esta botella conmigo y en el último trago nos vamos. Yo no quería escribir la posdata perfecta porque va detrás del punto final y yo sigo intentado suspender a los otros dos puntos.
Resumiendo, que aún no he podido terminar la posdata perfecta.




Yo quería escribir la posdata perfecta
pero tus tetas ya no eran de frambuesa
y no iba a poder untarlas en nata montada
ni volver a lamerlas
bien rehogadas
en el aceite con que el alba inunda la mañana.

miércoles, 9 de junio de 2010

Mirando dentro de mi ombligo.

Fue hace unos cuatro años, el verano que perdí un amigo y aunque entonces no lo supiera, me estaba ganando mi primer archienemigo. Era una época de cambio, pero ¿no lo son todas en la vida? El caso es que las noches eran raras y yo intentaba pensar. Estaba perdido. Solo quería poder mirarme a los ojos. En principio todo iba bien, todo iba según lo planeado dentro del caos que reinaba en mi estómago. Escrito solo son unas líneas, en el estómago, meses de revueltas en mis adentros. Pero siempre llega ese día en que tienes que mirarte en el espejo. No, no hay otra opción que poder devolverte la mirada en el espejo. Al fin y al cabo, como dice Sinatra: “¿Para qué es un hombre? ¿Qué es lo que ha conseguido? Si no es a sí mismo, entonces no tiene nada.” Así que obligué a ese pequeño cobarde que llevaba dentro a que levantara la cabeza y mirara en el espejo más allá de sus ojos en el reflejo y a fuego se tatuara la canción de Sinatra en el alma. Uno a uno fui recordando todos mis pecados... ¿Sabéis lo que es ver llorar a tu padre por primera vez por tu culpa? yo sí. Nadie es tan bueno y todos los pecados han de viajar contigo. No, ya no quedan mártires y no hay forma de que pueda llegar a creer que tú eres uno de ellos, le dije al cobarde del otro lado del espejo. Puse cara de cuervo y me dije “nevermore”. Esto no es como chasquear los dedos y yo ya. Las cosas son granos de arena en un desierto y si quieres hacerte un reloj de arena que te dé algo de tiempo para dormir la siesta a pierna suelta has de ir seleccionando los mejores granos uno a uno. Ha pasado un tiempo y casi todo ha cambiado pero al menos ahora puedo mirarme en los espejos y aunque ahora mismo no quiera usar esa sonrisa, al menos puedo mirarme a los ojos y ya tengo medio reloj de arena.

Parte II : Me podrían apalear, podrían quemarme en la hoguera, hacer de mí lo que ellos quieran, pero sólo yo sé la verdad.

Dolores en la espina dorsal. El timbre suena como si estuviera bajo el agua. Debo haber chocado contra el fondo porque todo me duele. Estoy tirado en la cama aunque la habitación da vueltas como en alta mar. Abro un ojo y siento las palpitaciones en mi pómulo hinchado. Cafeína y thc. Me incorporo como un resorte. Mala idea, dolor intenso en la zona lumbar. El timbre vuelve a sonar pero ahora está dentro de mi cabeza y duele. Me voy arrastrando hasta la puerta. Miro por la mirilla. Te odio, pensé nada más verla. Abrí y me fui con un gruñido hacia la cocina. Era Eva, vivía en mi escalera aunque yo eso no lo sabía cuando la conocí. Salimos de un bar de la zona juntos y nos pusimos a caminar, la verdad es que tenía un buen par de tetas y una de esas miradas que estimulan. Nos paramos a la vez delante del portal y ambos dijimos que si subíamos. La verdad es que eso fue gracioso. ¡¿QUÉ TE HA PASADO?! Escuché mientras enjuagaba la cafetera. Si no enjuagas la cafetera tras usarla, en un solo día le sale una especie de moho blanco muy nutritivo. Cuando logro rascar el moho le respondo que ayer, Sancho tuvo la noche libre y hacía mucho viento. ¡YO AYER ESTUVE EN EL TAMMARUFA! Mierda, me encanta ese bar pero ya no voy y ella es la razón. ¡PODÍAS HABERTE VENIDO! Cuando estás borracho el alcohol bloquea ciertas partes de la percepción, ciertos detalles. ¡ESTUVIMOS HASTA QUE NOS ECHARON, COMO SIEMPRE! ¿Por qué siempre exclama? ¿Por qué grita? ¿Por qué me la tiré? Le pregunto si quiere algo en particular mientras enjuago una taza y el olor a café empieza a llenar la habitación. ¡UN POCO DE ACEITE QUE SE ME HA TERMINADO! Antes de que termine la frase ya tiene delante de la cara un cuarto de botella de aceite. Quédatela, le digo, no creo que cocine mucho estos días. ¡MUCHAS GRACIAS, PUES YO HOY VOY A COCINAR TODO EL DÍA! Me acabo de dar cuenta de que no puedo mover bien la rodilla, putos molinos. ¡SI EMPRE HAGO MUCHA COMIDA ASÍ QUE SI QUIERES TE PUEDO SUBIR UN POCO! Tres, Necesito café. Dos, Necesito THC. Uno, No voy a explotar. ¡Boom! Giro de 90º con la taza en la mano y ahí va mi diarrea verbal: Mira nena (¿He dicho nena?), esto es un rasca y gana y no te has llevado el premio. Follamos y al día siguiente me largué lo antes posible. No te he vuelto a llamar y cuando nos cruzamos soy simplemente cordial. No te rebajes tanto y sobretodo no me obligues a perder mi educación echándote a patadas de mi hogar. Pero es que no me ves en la cara que me acabo de levantar con resaca y apaleado. Coño, pues no andes jodiendo la marrana y lárgate ya.
Su cara es un poema de los más tristes que nunca he podido ver cuando sujeto la puerta de salida (que no de entrada) y ella se va con la botella de aceite agarrada como si fuera lo único que la mantiene en pie.
THC y café. Me siento en el sofá y me pongo a recapitular. Lo de anoche no fue normal. Mentí, sí que sabía como iba a continuar. ¿Sabéis lo que es merodear? Merodear es quedarse sentado tras un coche a las tantas de la mañana sujetando un whisky y sangrando por un pómulo. Merodear es esperar a que salga del garito y con una cojera monumental seguirla hasta su portal. Merodear es pasar de idiota a pervertido en un solo ¡Chas!

¿Quién sabe dónde?

¿Dónde está la valentía? ¿Dónde la pérdida del control? Donde habitamos los que no queremos que nadie habite lo que no puede ser habitado por los no poetas. Y los poetas no son los que escriben chorradas en papeles si no las personas que saben que todo se ha de mover desde las entrañas y que el resto es despreciable. Como en el principio de incertidumbre no se puede confiar, esperar un final made in Hollywood es como esperar que el tiempo vaya hacia atrás. Al final solo puedes arrepentirte de lo que recuerdas y el alcohol ayuda a dormir y a dejar de soñar despierto con lo que ni soñando se hará realidad. Un, dos, tres. Un, dos, tres. Volvamos a empezar. No es una cuestión de medirse las pollas si no de poder mirarse al espejo sin tener que preguntar: ¿Y a cuanto está el pan? Pues ha subido y no llevo suelto así que el bocata me lo hago con aire entre rodaja y rodaja de mortadela. Yo sigo pensando que no tiene nada de malo hablar, sobre todo si al final tampoco vamos a follar. No es que sea un angelito de la guarda ni un cerdo revolcándose en la mierda. Solo el que por troglodita solo sabe pedir las cosas a golpe de garrote y vil, muy vil hay que ser para negarle la limosna al ser más vil de toda la humanidad ¿Pero acaso no ves que tampoco lo puedo evitar? Tal vez el muro lo vi de lejos, tal vez podía haber girado y tal vez no tenía por qué estrellarme... pero lo tenía que lamer y saborear el sabor a ladrillo del muro y a hiel de mi hígado impregnado en whisky. La verdad es que al menos, ahora que estoy junto al muro tengo dónde apoyar mi espalda.

martes, 8 de junio de 2010

¿Alguien quiere jugar al futbol?

El niño tenía pelotas, unas pelotas que de tan grandes eran perfectas para ser pateadas. Y claro, si lo sumamos a una cabeza de una dureza mayor que que la del diamante, en cuanto alguien le gritaba ¿No hay pelotas? Él las colocaba en el punto de penalty y dispuesto a colaborar en el gol, en cuanto le pateen correrá hacia la portería y la portera ya está avisada de que no lo deje pasar del portal. Venga, señora, déjeme pasar, dijo el niño. A escobazos se tuvo que largar al bar.
Y allí estaba el roedor. ¿Alguna vez habeis bebido con un roedor? Tiene esos ojos raros, como inexpresivos, dan grima, pero al menos este roedor, con las patitas tan cortas era incapaz de patear nada y a base de cubos de hielo rehogados con aceite de sucedáneo de tranquilidad sus pelotas hinchadas podían descansar sobre la barra del bar. Y el roedor, que era incapaz de juzgar porque con esos ojos ¿quien puede juzgar? dijo con la notoriedad de un párroco de la época colonial: Esto no es una solución. Y apurando el whisky sin soda, el niño respondió que los premios de consolación siguen siendo premios ¿no?
Toma 2: Ahí va el niño charlando con tito Jack, ya que el roedor hace tiempo que cayó en una trampa de pollo porque ¿sabías que los ratones prefieren el pollo frito al queso? El caso es que el roedor duerme su melopea y el niño de las pelotas sigue charlando y ahora solo Jack lo puede escuchar. ¿Hay algo más que le podamos hacer? Le grita el niño a Jack y el camarero niega con la cabeza mientras piensa ¡vaya chaval! El niño pone un billete en la barra mientras se despide del ultimo trago de Jack y de una colleja despierta al roedor. Se puso a andar y antes de doblar la esquina oyó como el roedor le gritaba: Contrólate. Y el niño le respondió que eso era para cobardes y controladores aéreos y riendo se fue de calle en calle y tiro por que me toca y a dormir en un portal. En su cabeza, ya sabía cual.

lunes, 7 de junio de 2010

Con mi padre siempre tenía las mismas discusiones y es que desde siempre solo he atendido a razones. Ni los porque sí, ni los mandatos, solo razones. Y mis principios son los que son y por mucho que diga que tengo otros (a lo Groucho Marx) es una mentira con un tanto de piedad. Que siempre hay dos o tres que no puedo quebrantar. Ejemplo: Angel nunca deja a medias los temas de estado ni los estadios del alma. Alguna al escuchar esto dirá: Yeah!
Ayer escuché una canción que hablaba de tirar el whisky a la pared pero como soy gilipollas yo prefiero tirarlo hoy al suelo con el cable del ordenador. Y sé que no lo voy a recoger y que mañana cuando me levante me cortaré con los cristales. Pero qué le voy a hacer si siempre he preferido empezar el día como si nada hubiera pasado y aunque eso no me lo creo ni yo, algo no ha cambiado y algo sí... ¿Para mejor no? Supongo que hay que aprender la lección. Pero eso es algo que todos debemos aplicarnos, no solo loa que mañana nos cortaremos con los cristales del suelo.

domingo, 6 de junio de 2010

Tú consigue la bomba que yo le doy al play.

Supongo que a los perros hay que abandonarlos en algún lugar que no conozcan y hay que llevarlos con los ojos vendados.
Me acabo de dar cuenta de que estoy sentado donde todo comenzó y sigo sin comprender como se me llena tanto la boca con el “todo” si tampoco hay demasiado que contar. Sólo hasta tres, lo mires por dónde lo mires, sólo hasta tres. Como tengo que escapar de la pantalla que no muestra cambios en mi bandeja de entrada corro al bar de mis desesperanzas esperando estar a la altura de Bogart si entras por la puerta y cuando me quede solo con el pianista diga aquello de “tócala otra vez, Sam”. Pero ni el negro de la barra es Sam ni vas a aparecer ni es mio el bar. Mi compañero de piso me miró mal cuando le dije que venía aquí pero que puedo decir si solo soy un idiota, si solo soy un zombi. Sé que solo parezco un loco hablando sólo. Sé que esto es como gritarle al viento, lo supe desde la primera incomunicación pero es más barato que la terapia ¿no?
Es hora de dejar el corazón de plástico en el cajón y ponerse un poco cabrón. No nos confundamos que esto es un todo. Ni tú eres tan importante ni yo tan pardillo. Más bien, como cualquier hijo de vecino, prefiero dormir acompañado las mañanas sin sol. Sólo estoy así porque no eres la primera y los golpes al corazón y la soledad duelen más por repetición que por crueldad. Ante todo recuerda que solo tienes que decirme: cállate. No lo dices, pues no me callo.

Supongo que la culpa es mía por haber tirado todos los hobbys.

Si disparo hasta cansarme bazocazos de palomas con mensajes en sus entrañas es solo porque se me hacía divertido pensar en un verano fatal. Ya me conocéis los que sabéis que nunca dejo a medias los temas de estado ni los estadios del alma. Un arma de juguete no deja de ser un arma y así el jugar por jugar no deja de ser otro modo de morir o matar. ¿Demasiado negativo? Deben ser las nubes que me obligan a no ver el cielo y salgo de la cama escuchando la lluvia abofetear mi balcón.
Nadie ha de preguntarse como llegué hasta aquí porque en realidad no lo estoy, no son más que reflejos de mi ficción, pura ficción de un guionista que nunca terminó ninguna historia. Que es tan pos-posmoderno que salta directo a la mitad del segundo acto y se atasca en un obstáculo imaginario que ni siquiera puso él allí. Solo pajas mentales y a mis manos ya le salen callos y a mi voz gallos por la falta de uso de una lengua que siempre quiere lamer corazones congelados como hielos de los whiskys sin hielo. Y parece que después del 2 de corazones ninguna otra carta quiere entrar en mi sombrero así que deberemos dejar el juego idiota de domingos nublados a puerta cerrada para que no entren las responsabilidades. Pero las cartas no son señales de dios ni de dos en un vagón de tren a punto de llegar a la luna justo antes de girar siempre al frente, abajo, arriba y dando vueltas en círculos. Reconozcamos lo que los espejos nos dicen pequeño troglodita moderno. Si las cosas se ventilan en privado no se pueden abrir las ventanas y el tufillo a humedad no es del todo apropiado. Mi médico dice que no viene bien para la alergia ¿o era alegría? No te pongas tan dramático que esto no deja de ser un rasca y gana a euro la partida.

miércoles, 2 de junio de 2010

Creo que urticaria.

Reacciones adversas. Creo que urticaria. Veo al cuervo de Poe apoyado en el balcón. Apaga una colilla con la pata y me guiña un ojo. Veo como se pierde en la oscuridad. Sé lo que iba a decir y también sé que pondría un tono especial para mí. Supongo que los cambios pueden ser afrontados de dos maneras. Valentía o miedo, kill me/help me. Me amorro a la botella para negar la entrada al miedo. No options, not choice. Ni siquiera sé si sé escribir bien el inglés pero otro trago me hará perder la apatía. No, no se me debe nada, es lo bueno de los móviles de prepago, que pagas y después si hay saldo pues llamas y si no, pues las señales de humo de un canuto bastarán para comunicar cuando la línea está ocupada. Si el patito feo tras su mágica conversión se decanta por pavonearse en los programas del corazón yo prefiero seguir de gato y en las noches oscuras, pardo, muy pardo. Si continuas preguntándome qué quiero del del destino, que mañana qué voy a desayunar; dame una patada en los cojones y acaba ya. De momento el momento ya es suficiente y nunca fui en busca del sobresaliente. Mi mente... ¿Donde está mi mente? En un cajón junto a mi corazón de plástico, una bala y una cámara. Everybody knows.

viernes, 21 de mayo de 2010

Parte I : Baby, si me quitas el micro no puedo cantar. Quizás quieras hacerlo tú.

Recuerdos de ahí afuera. Soy Don Juan Sin Nadie, pero podeis llamarme Sin. Era una de esas caras que solo son bonitas si te la chupan y el caso es que todavía no me la estaba chupando. Su salón era un salón standard de un piso compartido. Recuerdo que tengo mi lengua en su tráquea así que let´s go move. En la tele, Air Force One; el presidente made in USA contra los villanos terroristas. Pienso en Clinton, en Reagan, en Nixon, me los imagino intentando hacer lo que Harrison Ford hace. Si Nixon hubiese sido Harrison Ford lo de Vietnam hubiese sido pan comido. El rabillo de mi ojo se queda fijo en la pantalla. Me encantan las pelis de acción malas. Ella se da cuenta de que no ando muy atento y me separa de un empujón.
Estoy fuera de su casa encendiendo un cigarrillo mientras pienso que ni siquiera me la ha chupado. Por un momento pensé que me iba a pegar pero tampoco. Aún es temprano y creo que ese garito de jazz no cierra hasta las seis. Giro a la izquierda y cambio de rumbo.
El sitio está medio vacío, horas bajas para el jazz. Al fondo: la chica. Pequeñita, vestido rojo corto y ajustado. Revolotea rollo abeja moviendose al ritmo del jazz. Veo aparecer a su alrededor ocho o nueve gigantes convertidos en molinos girando las aspas al viento del aleteo de la abeja reina. No estoy jodidamente borracho así que Jack on the rocks a tragos largos y un paso adelante. Al tercer trago estoy rodeado de molinos, ella de espaldas no es consciente de mi presencia. Estoy apunto de decir algo ingenioso cuando uno de sus revoloteos choca con mi brazo y tira lo que me queda de whisky sobre uno de de los molinos. El molino pone cara de perro y yo siempre he sido más de gatos. Le digo que al menos ahora alguna chica lo lamerá por no desperdiciar el Jack Daniel´s y una de sus aspas me golpea en el estómago. Tres pasos atrás y lanzo mi vaso como un auténtico baseball. Mala puntería y tres molinos más caen encima mía. Codo en la cara, patada en la espalda y levito hasta la la puerta del garito. Los últimos dos metros hasta tocar la acera grito: ¡Hijos de putaaaaa!
Que cómoda es la acera, creo que me quedaría aquí toda la noche si no fuera porque necesito urgentemente un cigarrillo. Sin despegar aún la cara de la acera rebusco, saco y enciendo un cigarrillo, tras la primera calada ya puedo empezar a incorporarme. Dios bendiga los cigarrillos, la navaja multiusos de los nervios. Pienso en tito Jack cuando se abre la puerta del garito y aparece La chica. Voy a poner mi mejor sonrisa cuando una tos inunda mi garganta y un esputo sangriento tiñe la acera mientras la chica se acera a mí. Me levanto justo cuando ella se para delante mía con un vaso de plástico en la mano. Creo que te he tirado la copa, dice ella, mientras me ofrece el vaso. Lo cojo y doy las gracias. Se me queda mirando un segundo y me dice: Eres un gilipollas ¿verdad?. Yo asiento y le pego un trago al whiscky, Jack Daniel´s, increíble. Le pregunto como se llama y ella me dice que no es de mi incumbencia. Le digo que me llaman Sin y ella me pregunta si me llaman pecado. Yo asiento como si no fuera la primera vez que alguien me dice algo así pero por mi cabeza pasa: Sin=Pecado en inglés. Mola. Me mira un momento y se acerca. Durante un segundo creo que me va a besar, otro me quedo paralizado mientras me abraza y al tercero respondo al abrazo. Se separa y vuelve a entrar al garito. Me quedo como un idiota. Continuará pero aún no sé cómo.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.

Es mentira que sea tan fácil perderlo todo. Supongo que ese culillo de whisky de la noche anterior que ronda por el suelo de mi habitación ayudará a mover algo en mi interior. Si la hormiga es cruel y la cigarra una caradura al final o duelo a espadas o a fumar todos como hermanos. Con las manos atadas es difícil suplicar por una muerte más o menos dramática. Esto último depende tanto del consumidor como del tiempo y del espacio. Suponiendo que tocar fondo no es un retiro de fin de semana ¿Cómo y donde hay que parar? Supongo que cuando te partan la cara o te la partas tu solito en un choque de trenes en la india un día que saliste a por tabaco y te liaron. ¿Esto que acabo de pasar era el límite? Muy rápido para poder certificar nada y ante todo recordad que no fue por mezquindad si alguna vez algo hice como lo hicieron aquellos que piensan que hacer siempre lo incorrecto es una forma de acertar.

viernes, 19 de marzo de 2010

Cuando te conviertes en un hombre de la prehistoria antes de cumplir los 26. Cuando todo lo que se supone que tendría que estar ahí ya ha cambiado y esperando esa pequeña brisa a favor se te hace tarde y oscurece. Mis credenciales se las enseño al de la puerta y solo una sonrisa para su puta madre y a hostias es la única forma de acabar la partida. La última vez que acabó la visita guiada me perdí, supongo que no hay más que decir.

lunes, 8 de marzo de 2010

Dolor intenso en la zona lumbar.

¿Cómo crees que no voy a creer en el caos? ¿Que la gente buena obtiene cosas buenas? Mis cojones, tres cuartos. Así se las gastaba el chico de 25 que aún dormía en su cuna. Era una manía que tenía, dormir en su cuna aunque, ni cabía, ni mucho menos podía dormir pero ahí se quedaba encajado horas y horas. Solo, pensando, mascando, rumiando la tensión en el ambiente raspante de una nube gris llamada existencia.
Un día alguien llamó a su puerta y habló con él y por supuesto que hizo otras cosas, pero también lo abrazó y lo arrulló. Al día siguiente se fue y él volvió a su cuna con ese dolor en las lumbares que le asaltaba cada mañana al desencajarse de ella. Llorar es de niños, pensaba con la cara de idiota que tenía encajado en una cuna con un cuarto de siglo en lo alto.

domingo, 7 de marzo de 2010

All in?

Una vez vi mi futuro y lo escribí. Al tiempo lo perdí y decidí inventar otro pero éste sin esfuerzo ni sueño americano, solo la suerte, solo lo que el viento separa en cada bocanada a través de los pulmones de congéneres con genes que les obligan a hacer monadas en manada. Ríos que dan a la mar y yo que ahora vivo en una ciudad con playa sé lo que es perderse en el horizonte. Creando espectros solo con un flequillo perfectamente desordenado, solo con manguitos hechos de hielo floto un rato antes de que se acabe eso de la gorda cantando y todos a sus putas casas que mi casa es muy pequeña para estar tan solo y malhumorado. Alguien se viene a fumar o follar o festejar o fanfarronear. Foldeo, hoy foldeo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Gustav y la sima del mundo. Parte I.

Gustav en realidad se llamaba Gustavo pero se hacía llamar así para evitar rimas soeces y comparaciones con la rana. Gustav pensaba que la depresión consistía en llorar por las esquinas, que los psicólogos eran para la gente sin amigos y que el mejor antidepresivo era el alcohol. Gustav tenía todas estas cosas claras y aún más hasta aquella mañana en que no era capaz de salir de la cama ni con el pie derecho ni con el izquierdo. Tras mirar fijamente el reloj marcando las nueve y veintisiete, y veintiocho, y veintinueve se dio cuenta de que estaba en medio de una depresión.
Algo había que hacer, como levantarse y ducharse cuatros días después de que fuera asunto de estado. Sus uñas hace dos semanas que tenían que haber sido cortadas. Gustav llevaba un tiempo pensando y hasta había olvidado a la chica que estaba dormida a su lado. Esta chica era la séptima del mes que se traía del mismo bar. El mismo bar en que conoció a la chica que le hizo dudar. Gustav supone que por eso le gustaba, porque se supone que las mujeres dicen que no cuando quieren decir que sí y ella lo hacía al revés. Sí, definitivamente era rara, y eso le gustaba, eso y esas ojeras. No sabía por qué pero Gustav se volvía loco por sus ojeras. Eh! ,dijo su cerebro, no puedes culpar a esa mujer que apenas conociste una noche de la sima en la que estás. No, se respondió él, pero hubiera sido un gran salvavidas. Hola, dijo la chica que estaba a su lado. ¿Cómo cojones se llama? Pensó él.